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La sangre está compuesta principalmente por glóbulos rojos o hematíes, glóbulos blancos o leucocitos, plaquetas o trombocitos y plasma.
La anemia es una disminución del número de células rojas de la sangre y de hierro principal componente de la hemoglobina, proteína que transporta el oxígeno que se encuentra en grandes cantidades dentro de los glóbulos rojos.
Debido a esta carencia, disminuye la velocidad y eficiencia de la acción muscular, así como la construcción y reparación celular. Cuando el cerebro carece de oxígeno, la persona puede experimentar mareos y las facultades mentales son menos nítidas.
En los casos graves o prolongados de anemia, la falta de oxígeno en la sangre puede causar lesiones en el corazón, el cerebro y otros órganos del cuerpo.
Causas
Existen tres causas principales de anemia: pérdida de sangre, falta de producción de glóbulos rojos o mayor velocidad de destrucción de los glóbulos rojos. Estas causas pueden deberse a varias enfermedades, problemas de salud o factores de otro tipo.
Son muy variadas las circunstancias que pueden derivar en una anemia: consumo de drogas, trastornos hormonales, inflamación crónica, cirugía, infecciones, úlceras pépticas, hemorroides, enfermedad diverticular, sangrado menstrual abundante, problemas de hígado, trastornos de la tiroides, artritis reumatoide, enfermedad de la médula ósea y deficiencias en la dieta (hierro, ácido fólico y vitaminas B6 y B12).
La anemia perniciosa es una forma severa de anemia que se produce debido a la imposibilidad del tracto gastrointestinal de absorber vitaminas B12.
Síntomas
Las personas con anemia suelen tener una tez pálida debido a que sus células no pueden transportar el oxígeno que necesitan. Pérdida de apetito, resfriados muy frecuentes, dolores de cabeza, irritabilidad y dificultad de concentración. Otros síntomas son las manos y pies fríos, síndrome de piernas inquietas, mareos, depresión, estreñimiento, diarrea, frecuentes eructos, uñas partidas, latidos acelerados del corazón, pérdida de cabello y, en las mujeres, falta de menstruación.
La anemia también puede ser un síntoma de enfermedad como la artritis, infección y otras enfermedades más graves.
Tratamiento
Una vez diagnosticada quizá pueda requerir medicación, cirugía o procedimientos que corrijan la enfermedad. El medico puede sugerir además la conveniencia de ingerir algún suplemento alimenticio, así como vitaminas y minerales.
Existen algunos alimentos más apropiados que otros para resolver el problema.
Son adecuados:
Manzanas, albaricoques, espárragos, legumbres, plátanos, brócoli, yema de huevo, algas, hojas verdes, perejil, guisantes, ciruelas, ciruelas pasas, uvas, arroz, calabaza, hojas de nabo y frutos secos. También alimentos que contengan vitamina C que facilita la absorción de hierro. Y con moderación alimentos ricos en ácido oxálico como: almendras, anacardos, chocolate, cacao, col rizada, el ruibarbo, soda, espinaca, acelga y la mayoría de las nueces y frijoles.
Los que deben evitarse son:
Cerveza, dulces, productos lácteos, helados, refrescos, café y té ya que interfieren en la absorción del hierro. El fumar tampoco es beneficioso.
En el caso de que se ingieran ya un suplemento de hierro, no es aconsejable tomar calcio, vitamina E, zinc o antiácidos que interfieran en la absorción de este mineral.
Las transfusiones de sangre pueden ayudar puntualmente aunque no solucionan la causa que produce la anemia siendo pues una opción poco recomendable.
Por supuesto, el tratamiento de la anemia puede reducir la sensación de cansancio ya que al aumentar el contenido de hemoglobina de la sangre lo hace también la cantidad de oxígeno en los glóbulos rojos y ello redundará en un mayor nivel de energía.
Perspectivas
Si bien algunas anemias pueden prevenirse o solucionarse con una dieta saludable y adecuada, existen otros tipos de anemia que, aunque leves y de corta duración, es posible que requieran la ingesta de suplementos nutricionales para su solución.
También pueden presentarse anemias más graves que necesiten de un buen diagnóstico y cuya duración puede alargarse en el tiempo y precisar más cuidados para que no deriven en situaciones más graves.
Cualquier síntoma que haga intuir una posible anemia debe ser tratada por un médico especialista que efectúe un seguimiento de su desarrollo y, con el tratamiento adecuado, posterior resolución. El proceso dependerá de la causa de la anemia y de su gravedad.
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